viernes, 18 de octubre de 2013

Un microc(r)uento:

¿Qué tal mi día? ¡Maravilloso! Me pisotearon, me gritaron, me difamaron, me escupieron y me asignaron un rincón mugriento para desempeñar mis deberes durante el tiempo que tuviera que estar allí. Y cuando salí de casa fue peor.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Negligencia

Hoy me escondo de tu ausencia, de ese ritmo acelerado que no me permite detenerme un segundo a pensar en lo que hago, por favor no lo llames negligencia, no hay porqué apresurarnos, cada quien a su paso llegará a la brecha donde el amor no es más que un pretexto para hacerse daño, entonces vendrá el día en que el pasto alegre bajo tu ombligo se marchite y muera, y las nubes que en peldaños suben a tu cuarto se deshagan, y un abismo nos separe. Más pronto que tarde a este ritmo sé que el rumbo que sigo acabará por volverse un laberinto, que las palabras dejarán de ser las indicadas y me medirán con la vara cruel con que he medido, y qué haremos los dos en una celda donde sólo quepo yo, ¿compartir los castigos? Hoy me encierro en el silencio porque el habla tardía es una cosa tan podrida que me llena de moscas la lengua, además de que no hay persona, cojín o almohada que resista escuchar lo que tengo que gritar: nada en absoluto. Hoy me declaro incompetente para amar y ojalá que tú lo hagas igual.

jueves, 15 de agosto de 2013

Zoo York

No somos más que animales raros atrapados en zoológicos civiles; detrás de los paneles de nuestros cubiles se nos puede contemplar, sedentarios, engordando, fatigados, acumulando azúcar en las venas, vueltos unos locos de atar dentro de las jaulas tejidas por la propia cabeza. Nuestros métodos de ligue son deprimentes, damos lástima, somos hijos de madres solteras y de padres borrachos y de extraños que alquilan vientres. Las pulgas, las ladillas, la biebermanía, cualquier roña se nos pega y nos chupa la vida y la cartera. Las moscas nos hostigan todo el día pues las atraen la hediondez de los cadáveres del clóset y la pestilencia de nuestras ideologías, entre otras emanaciones dañinas, corrosivas y humillantes. Espantamos los bichos y los insectos agitando enérgicamente el rabo o dando patadas de ahogado, o usando los cuernos o lo que sea, y hasta nos los tragamos si se presta la manera, somos orgullosa y asquerosamente universales a la hora de la cena, mostramos los dientes para vernos valientes ante los más fuertes de la manada. Nos da miedo andar solos, ser libres y pensar, por lo cual organizamos reuniones laborales, complots, clubs sociales y fiestas. Nos creemos muy listos, sin embargo, somos tan poco interesantes que ni los putos aliens se molestarían en cruzar la galaxia para venir a desentrañar los misterios de nuestras ciencias.

viernes, 17 de mayo de 2013

Era moderna


A veces me da asco tanta alegría que siento, entonces salgo a respirar un rato la hediondez de las alcantarillas, a empaparme de lluvia ácida y a que me asalten los perdedores con los cuales coincido en las esquinas. Me devuelve la calma contemplar al blanco oprimiendo al negro, mientras que éste segrega al hispano, quien trafica con la merca ilegal del chino, el cual hace réplicas de todo con las manos de sus niños, quienes se conforman con obedecerlos sin cuestionarlos.  La saliva del mundo está llena de veneno, y, qué bueno, porque no me complacería tener un gusto dulzón, si la cerveza es amarga y las drogas saben a mierda, prepárame igual un día de la semana y ponme seis más para llevar. El sol hace mucho que dejó de calentar, ahora quema, en las nubes se almacena la energía de esta ciudad plagada de almas en pena. Por eso cada chaparrón estremece las ventanas, hace saltar a la abuela y desprende las calcomanías del coche de la empresa. Las flores y plantas deben de sentir como si las tomara por sorpresa una avanzada extranjera atacando por aire con misiles Tomahawk, arrancando sus pétalos, sus hojas, sus fresas.  Qué si este fuera el purgatorio de otras tierras, eso explicaría la transparencia de mi cuerpo y porqué a veces me siento como el puto Gasparín, invisible y lerdo, hueco y falto de huevos y verga. Pero que nadie presione el botón del fin del planeta, a mí me gusta así como es, lo hemos convertido en una máquina perfecta que produce hombres bomba, en un software que comprime al mínimo nuestra existencia, en un opulento plato de segunda mesa donde sobra qué escoger, pero hay poco que valga la pena. La moneda local no tiene valor frente al dólar, los medios de comunicación nos controlan, sin dinero en todos lados le azotan a uno en las narices la puerta, hasta en la iglesia se paga entrada, el individuo se volvió una rama muerta pegada a un tronco hueco y sin raíz. Pero la cosa no es así de grave, sino todavía peor de lo que suena, por suerte hemos inventado una solución para todos los problemas y se llama Era Moderna, se vende en un paquete que contiene un celular con acceso directo a facebook y mensajes ilimitados para mandar a chingar la madre, y un vale por un cerebro, canjeable por una suscripción a los canales básicos de TV por cable, entre otros gadgets.
A Dios gracias que todavía no se inventa la vida eterna.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Teorema impreciso


Me oculto de quien soy en la azotea, cuelgo una toalla de varilla a varilla que me tape del sol, me quedo muy callado, de mi cabeza no sale ni una mosca, quieto cascabel envenenado, la vista clavada en la espalda significa que la vista clavada en la espalda, y esto, a su vez, que la teoría más acabada está en pañales y hecha caca, la teoría para la que me alcanza es vive al día y sin nostalgia, pero no siempre pago esa esperanza, y hoy llegan aquí clamores de argumentos que sugieren desaliento, que se queman en mi lengua en el caldo de un té bebido lento en el averno, siento una pedrada en el zapato de la sien descalza, y una blasfemia me hace ver que mi carátula es nefasta, doy un paso muy, muy parecido a los pasos que siempre he dado, ¿se podría decir que he repetido el mismo paso con distintas piernas toda la vida?, me encuentro con que yo soy quen soy y no me parezco a naiden, curiosa coincidencia la de coincidir uno consigo mismo en la azotea.

Capitán crujiente


Llamas a la vista, gritó el capitán crujiente cuando, ayudado por su catalejo, vislumbró las costas de una tierra santificada en el suicidio de sus coterráneos, pero su barco de concreto naufragó en ese preciso instante y de la tripulación no quedaron ni astillas. Hay infiernos más cercanos que la hoguera del diablo, se entretejen en el fuero interno asociándose a discreción con lo cotidiano, crujió el capitán en sus últimas, saladas, palabras. El fuego de la ciudad proliferó, había estrellas incrustadas como piedras en el suelo que arrasaban las praderas, mientras, los pulmones del capitán cru
Llamas a la vista, gritó el capitán crujiente cuando, ayudado por su catalejo, vislumbró las costas de una tierra santificada en el suicidio de sus coterráneos, pero su barco de concreto naufragó en ese preciso instante y de la tripulación no quedaron ni astillas. Hay infiernos más cercanos que la hoguera del diablo, se entretejen en el fuero interno asociándose a discreción con lo cotidiano, crujió el capitán en sus últimas, saladas, palabras. El fuego de la ciudad proliferó, había estrellas incrustadas como piedras en el suelo que arrasaban las praderas, mientras, los pulmones del capitán crujiente respiraban agua de océano. Hacia el cielo trepaban los cuerpos en el humo de cuanto hombre, niño y dama se entregó al goce de la muerte arcaica. Se ahogó de ser crujiente el capitán y desde entonces lleva una dieta a base de lirios y arrecifes de coral. Los árboles todavía reverdecen allá donde ayer hubo sangre, y los tweets se esparcen al caminar en un billón de oídos, mientras los oídos del capitán crujiente se reventaron hace ya...
jiente respiraban agua de océano. Hacia el cielo trepaban los cuerpos en el humo de cuanto hombre, niño y dama se entregó al goce de la muerte arcaica. Se ahogó de ser crujiente el capitán y desde entonces lleva una dieta a base de lirios y arrecifes de coral. Los árboles todavía reverdecen allá donde ayer hubo sangre, y los tweets se esparcen al caminar en un billón de oídos, mientras los oídos del capitán crujiente se reventaron hace ya...

Regalar un rifle en navidad

Me puse mi mejor trajecito submarino y vine a mi estómago bañado en sangre (en alcohol mariné mis intestinos desde que era un niño de 15 o antes) a mirar de cerca la inundación de mi Atlántida, y saqué en limpio la conclusión de que morir debe ser algo hermoso, mientras, la TV, en la parte más álgida de la entrevista, se apagaba, luego de preguntarle a Lady Gaga si se casaría de blanco, o, en caso de incomodarle ese color, qué otro. Luego, hubo una fuga de gas en el laboratorio de la consciencia, se derramaron muchos líquidos y toda la materia muerta que se pudría y no llegaba a mis intestinos se hizo batidillo sin ninguna ciencia, las nubes tóxicas, que se disipan por mis ojos, colorean el horizonte pero enturbian su cristal, y por breves minutos, eso que se esconde en el ático se hace visible, aunque no siempre me atrevo a ver. Por eso he pensado que sería bueno tener un rifle, o regalar uno en navidad, para ponerlo firme en la boca en mañanas como ésta en que la TV apesta a cortocircuito, el internet está frío, y el smartphone vacío, y se siente el deber de dispararle a ese animal que cohabita en el delirio sin más misión que el control del libre albedrío.